EL ZORRO Y LA GALLINA
Érase una vez un zorrito muy amable. Se llamada Huayra y
siempre estaba dispuesto a ayudar a cualquiera que se hubiese metido en
problemas.
Un día que paseaba por el campo, encontró a un pollito que
lloraba amargamente.
¿Qué te pasa, pequeño amigo? – le preguntó Huayra.
El pollito tembló de miedo al ver al zorrito, pues los
zorros tienen la fama de comer gallinas y pollitos pequeños como él.
No te comeré, solo te quiero ayudar. ¿Cómo te llamas y
porqué lloras? – le preguntó el zorro al pollito.
Me llamo Benito. Me he perdido y no sé cómo regresar a casa
– contestó el pollito, secando sus lágrimas.
No preocupes, pequeño: yo te ayudaré – y diciendo esto,
Huayra ayudó a Benito a trepar a su lomo.
Caminaron y caminaron, hasta que llegaron a la granja.
Benito le dio las gracias a Huayra por haberlo ayudado a encontrar a su casa.
Al día siguiente, cuando los pollitos y gallinas salieron a
pasear, escucharon a alguien que se quejaba de dolor. ¡Era el pobre Huayra, que
había caído en una trampa para zorros!
Las gallinas dijeron:
¡Mira! ¡Seguro que cayó en la trampa cuando trataba de robas
alguna gallina!
¡Alto en ahí! Él es mi amigo. Me ayudó a encontrar el camino
de regreso a casa cuando me perdí.
Entonces, las gallinas se miraron unas a otras y decidieron
ayudar al zorro.
Cuando Huayra se liberó, fue corriendo a abrazar a Benito
para agradecerle.
El pollito le dijo:
No tienes nada que agradecer: los amigos están para
ayudarse.
Así que, desde ese momento, los dos amigos siempre juegan
juntos y las gallinas ya se acostumbraron a ver a Huayra paseándose
tranquilamente por el gallinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario